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Emperador a la muerte de Valerio el 311. Se apoyó en su pacto con Constantino, para vencer a Maximino Daya.
Se erigió como gobernante en las Provincias imperiales de Asia. El 324 perdió una batalla con Constantino y fue condenado a muerte.
Antes de la ruptura con Constantino, se reunió con él en el 313 en Milán y con él firmó el Edicto de libertad religiosa para todas las provincias del Imperio (Edicto de Milán). No era un Edicto legal, sino una Carta pública y abierta a todos los gobernadores en que se pedía que nadie fuera condenado ni perseguido por sus creencias religiosas, pudiendo adorar por igual a los dioses de cada ciudad como al Dios de los cristianos o de otras religiones orientales.
Aunque posteriormente la Historia atribuyó al victorioso Constantino la libertad de los cristianos, el mérito le correspondió por igual a Licinio.
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